“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación”
(Mateo 5:4)
Dios envió a su único hijo a la tierra para que muriera por nuestros pecados y seamos salvos, que eso es otro tema que estaremos tocando mas adelante. Dios envió a Jesús a la tierra para que viviera con la humanidad, si un hombre, un humano como tú y como yo. Dios envió a Jesús a la tierra para que viviera en carne propia como nosotros. Uno de muchos motivos de esto fue para que seamos comprendidos. Jesús sufrió y vivió en carne propia, lo humillaron, lo rechazaron, lo traicionaron, perdió personas que amaba, el propósito de todo esto fue para que fuéramos comprendidos, entendidos porque él lo vivo en carne propia, él lo experimentó.
Jesús lloró
El Señor vivió profundos episodios de tristeza y dolor emocional. Desde el Antiguo Testamento estaba profetizado. En Isaías 53:3 “Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento” (NTV). Jesús lloró en distintas ocasiones, lloro cuando murrio su amigo Lázaro (Juan 11:35) y luego de haber entrado triunfalmente a Jerusalén y ver la ciudad (Lucas 19: 41) y posiblemente cada vez que iba a la montaña a hablar con Dios, lloro en muchas otras ocasiones que no nos fueron reveladas. Jesús vivió como tú y como yo, lo que significa que también experimentó aflicciones, abatimiento, angustia y dolor. Llorar, esa palabra se dirige a los que están sufriendo mucho.
“Son más dichosos y felices aquellos que están sufriendo tristeza, desánimo y hasta depresión, los que se siente rechazados, los que han perdido su autoestima, a quienes las circunstancias no les está dando mucha esperanza”.
Hay una poderosa promesa detrás de ese sufrimiento “Serán consolados” Experimentaremos como las condiciones de nuestros pensamientos y sentimientos serán transformados hasta disfrutar del gozo en medio del peor quebranto. “Serán consolados” es el cambio en el estado de la mente, una nueva visión, una nueva experiencia de alegría, aliento y fuerza.
El Señor permite que pasemos por todo esto porque él quiere consolarnos, quiere que le busquemos y nos acerquemos a él, aunque el mundo nos falle, aunque el amor de tu vida te deje, aunque madre y padre te deje, él nunca nos falla, él siempre está contigo. Que bueno poder decirles que soy testigo de que el Señor lo hace con compasión porque él también lo vivió. Con Cristo se puede ser feliz, independientemente de las circunstancias que les rodean , y que lo que parece ahora un laberinto sin salida es una oportunidad de Dios para revelar su gloria sobre tu vida, Gloria a Dios! He sido consolada, para consolar.
¡Jesús venció!
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”
Romanos 8:28
Cuando la bienaventuranza habla de que los lloran serán consolados, significa que el gozo vine acompañado al quebrantamiento, es inevitable y necesario. En otras palabra, después de la crucifixión, viene la gloria de Dios acompañado de la resurrección. Jesús no se quedó en la cruz, tú tampoco. Jesús venció y tú también vencerás.
Disfrutar del gozo del consuelo en medio del dolor es nuestra decisión, en otras palabras es aferrarnos a el Señor y no querer soltarlo, es confiar en que todo estará bien y obrará para bien. Jesús no asumió el rol de víctima aún con todo lo que vivió, no veo a un Jesús víctima cuando cuando se enteró de la muerte de Lázaro. Lloró por compasión, porque tenía sentimientos como tú y como yo. Lo que podemos ver es que aún siendo Maestro, una figura muy importante, se dio el permiso de ser vulnerable y dejar fluir sus sentimientos, sin importar lo que otros vieran o pensaran de él. Pero también vemos y debemos aprender de él que asumió el control de sus emociones y decidió creer que eso que estaba ocurriendo serviría para que se manifestara la gloria y que otros creyeran en el poder de Dios. Jesús en medio de la tristeza , experimentó la seguridad de que el Padre estaba en control, que no le fallaría y tuvo la confianza de que al final, todo estaría bien.
Aunque te encuentres en el proceso de sanación, confía en que todo obra para bien, para aquellos que creen en Jesús y que finalmente vencerá. Todo obra para bien para que los que confía en que el Señor ha estado ahí aún en sus peores días.
Jesús Feliz!
“Para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa” (Juan 15:11 NTV)
Que bueno saber que el Señor nos ha acompañado, tanto en los inviernos más fríos y en la primaveras de nuestra vida! Él ha estado en la tristeza con empatía, porque sabe de tristeza, él vivió todos lo que tú puedes estar viviendo. Pero también ha estado en las alegrías, en las rizas y logros. Porque aunque vivió dolor, también dentro de su perfil psicológico, Jesús era y es feliz.
Vivimos con la imagen de Jesús sufrido, un Jesús traicionado, pedrado, un Jesús crucificado, pero estoy segura que Jesús vivió momentos hermosos y que los vivió plenamente y disfrutó hasta las cosas más sencillas.
Jesús vino al mundo a morir por nosotros, esta es la manifestación más grande del amor de Dios por la humanidad. Él es nuestro salvador y vino a nosotros por su sacrificio y dolor. Estoy convencida que en cuanto a lo que vivió nuestro amado Señor Jesús, muchas representaciones se quedan cortas para manifestar todo lo que padeció, todo lo que vivió.
A quien iremos si no a los brazos y la presencia del Señor quien nos recibirá con empatía porque ha vivido en carne propia lo que es el dolor emocional. Jesús está ahí para consolarte y renovar tus fuerzas cada día, sino fuera por él, hoy no estuviéramos de pie.
Pero No debemos perder la perspectiva al Jesús alegre, al Jesús que disfrutaba enseñar y sanar a los demás, esa era la manera era en que se llenaba, y se satisfacía, ese era su pan de cada día. Yo solo me puede imaginar un Jesús muy cautivador y carismático para que la gente le buscara y le siguiera. Yo me imagino que tú, al igual que yo, prefieres estar con gente feliz. Las multitudes querían estar con Jesús porque con él podían experimentar gozo y paz.
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